Nuestras líneas estratégicas

“La democracia es la única forma de gobierno que hay que aprenderla continuamente, todos los días, hasta avanzada edad”.

Oskar Negt (2010)

Fundamentos de la Educación Política

Un contexto

sobre cuáles son los fundamentos para una educación política en el mundo actual

Para nadie es un secreto que años después de firmado el Acuerdo de Paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP, no se ha consolidado una “paz estable y duradera”. Además, a esto se suman tanto la ruptura de los diálogos con el ELN así como los recientes y reiterados escándalos de corrupción pública que afectan la confianza de los ciudadanos en sus instituciones políticas.

Pero el desconocimiento generalizado de la ciudadanía acerca de esas instituciones puede ser aún más grave.

Por otra parte, hemos visto un “desmantelamiento” de aquellas asignaturas escolares que podrían haber introducido a los estudiantes en el conocimiento de sus instituciones políticas. Igualmente, las cátedras de ciencias sociales no cuentan con el apoyo suficiente en medios pedagógicos para los docentes encargados de impartirlas.

La situación es aún más grave para la “Cátedra de la Paz”, que además de las carencias anteriores tiene docentes sin capacitación suficiente. En estas circunstancias, es de prever que las próximas generaciones de colombianos también se caracterizarán por su pobre educación política. O sea, por su profunda desinformación acerca de las características y exigencias de la vida democrática.

Las instituciones políticas son resultados de grandes esfuerzos que apuntan a gestionar civilizadamente los inevitables conflictos de la vida social. Por eso, sin un trabajo continuo de reflexión en pro de su mejoramiento se pueden volver contraproducentes. Consideramos que para que los procesos de mejora sean inteligentes se requiere de una opinión ciudadana suficientemente informada.

Más problemas

En Colombia carecemos de la información para construir los planes de estudio de la educación política en primaria y secundaria. Incluso carecemos de ella en muchas instituciones de educación superior, a pesar de que la constitución nos obliga a enseñar sus características y naturaleza en las universidades. Además es de suponer que una gran cantidad de ciudadanos corrientes no tienen la información y los hábitos requeridos para el ejercicio de una democracia vigorosa y responsable.

En los centros urbanos, espacios rurales y sobre todo en las «regiones» es muy difícil que un ciudadano interesado pueda encontrar con facilidad información oportuna y fiable sobre los problemas que afectan su vida cotidiana. Desde los asuntos de género hasta la minería, desde la JEP hasta el conflicto limítrofe con Nicaragua, desde el cultivo de drogas hasta la configuración de la Unión Europea o el Brexit, etc.

En ninguno de estos campos, ni en otros igualmente importantes para la vida del país, encuentra el  «no especialista» información confiable y análisis oportunos. Pero tampoco encontrará información acerca de los deberes que implica la vida ciudadana, ni sobre las vías institucionales vigentes que le permiten hacer oír su punto de vista, o exigir a los funcionarios competentes el adecuado cumplimiento de sus funciones.

Una solución

Nos nutrimos del ejemplo y la experiencia de la Bundeszentrale für politische Bildung (BpB), una entidad pionera del Ministerio del Interior de Alemania, cuya finalidad es la formación de la ciudadanía para la democracia. De ahí que su fundamento sea que la democracia necesita de ciudadanos informados. Han compartido los saberes que han acumulado sobre esa tarea con nosotros para asesorar y nutrir el Centro para la Educación Política.

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La Guerra en las Escuelas

Hacia una política pública de la educación política ciudadana

En Alemania en los años setenta hubo una fuerte discusión acerca de la función y alcances de la “formación política” en las escuelas. La izquierda consideró que debía estar al servicio de la democratización de la sociedad. Por su parte, los sectores conservadores pensaron en la defensa del orden político constitucional y de la economía social del mercado. Finalmente el enfrentamiento produjo un resultado que se plasma en los tres puntos del Consenso de Beutelsbach:

Primero

La prohibición del sometimiento de los estudiantes por parte de los profesores. Esto es, evitar el “acoso político” o adoctrinamiento que impide al estudiante hacer a un juicio propio. El maestro no debe proporcionar sus ideas como ciertas porque eso sería incompatible con una sociedad democrática. Más bien, su papel debe ser ayudar al alumno a avanzar hacia su “mayoría de edad”.

Segundo

Ligado con lo anterior, está la exigencia de que aquello que en la ciencia y en la política sea controversial aparezca como tal en el aula de clase. No existiría controversia si algunos puntos de vista son pasados por alto, si se ocultan determinadas opciones, o si dejan de comentarse algunas alternativas. El profesor incluso puede ejercer una función correctiva, donde participa con puntos de vista o alternativas que puedan resultar ajenas a los estudiantes dadas su procedencia social y política.

Tercero

La educación política debe tener como meta que el estudiante esté en capacidad de analizar la viabilidad de sus intereses políticos en su propio contexto. Por eso, debe tener un conocimiento detallado tanto de los intereses como de la situación: a qué medios o caminos debe recurrir para influir favorablemente por sus propios intereses.

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La guerra en las escuelas colombianas

Recientemente, los colombianos hemos asistido a un debate político que sigue vivo y es muy importante pero deficiente en su desarrollo, veamos:

Desde el año 2006 la Editorial Santillana había publicado el libro de texto “Amigos de las Ciencias Sociales 5”, para la enseñanza de historia en las escuelas de Colombia. Allí se alude a la recepción favorable que habría tenido la Política de Seguridad Democrática desarrollada durante los dos gobiernos del expresidente Álvaro Uribe Vélez. La controversia viral sólo llegó en el año 2019, cuando esa afirmación fue calificada por los adversarios políticos del ex-presidente como “adoctrinamiento de los niños”. Así, se dijo que presentaba como “hecho histórico” lo que en realidad merecería el calificativo de “genocidio”. Finalmente, la editorial anunció que el libro había sido retirado de la circulación, pero no afirmaron que fue gracias a la controversia.

Pocos días después, el partido político del ex-presidente elaboraba un proyecto de ley que contemplaba graves sanciones para aquellos maestros que aprovecharan sus clases para hablar de temas políticos. Con excepción de las materias con contenido social, el proyecto consideraba como adoctrinamiento indebido toda referencia a contenidos políticos. La ley exigía en las materias sociales que el tratamiento de la política fuera realizado con rigurosa objetividad. A pesar de ello el partido político implicado anunció que no insistiría en dar curso al proyecto de ley.

Sería tonto pretender aplicar el Consenso de Beutelsbach así sin más al actual contexto colombiano. Pero tampoco deberíamos desconocer las similitudes entre las dos polémicas, ni renunciar a aprender acerca de la importancia de formular estrategias que enfrentan el problema.

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“Cátedra de la Paz” y otros proyectos

Dentro de la actual estructura curricular de las instituciones de educación secundaria existe una asignatura que suele llevar por nombre “Cátedra de la Paz”. En ocasiones tiene denominaciones más o menos equivalentes: “democracia”, “civismo”, “ciudadanía”, y se ubica en los niveles 10 y 11.

Uno de los propósitos de la presente iniciativa es el de fortalecer, en la medida de lo posible, el desarrollo de asignaturas como esta y otras iniciativas que desarrollan los planteles educativos. De manera más específica, creemos necesario ofrecer un apoyo a los maestros encargados de impartirla.