Si te asomas a la ventana de tu casa ¿qué ves?

Quizá un campo de cereal, quizá un polígono industrial, una carretera, un bosque, un jardín, lo más probable es que otro edificio con ventanas desde donde alguien te observa.

Este acto de mirar implica la existencia de un sujeto observador, que se pregunta cosas (tú), y de un objeto que es escudriñado, analizado o simplemente admirado (lo que ves). Según la Real Academia de la Lengua ese objeto es «paisaje», «un territorio que puede ser observado desde un determinado lugar» (tu ventana, por ejemplo). Puede tratarse de un paisaje agreste o llano, verde o amarillo, salvaje o domesticado.

El «carácter» de cada paisaje variará en función del resultado de la acción e interacción de factores naturales y humanos a lo largo de la historia, que le aportan una serie de rasgos que lo hacen diferente a otros paisajes y permiten reconocerlo. Ocurre como con el carácter de las personas, que depende de sus vivencias, lugar de origen, familia, contexto cultural, lo que hace de cada una sea diferente a las demás. Así podemos encontrarnos paisajes naturales, urbanos, rurales, industriales, agrarios... tantos como conjuntos de características diferenciadoras tengan.

La Aventura de Aprender es un espacio de encuentro e intercambio en torno a los aprendizajes para descubrir qué prácticas, atmósferas, espacios y agentes hacen funcionar las comunidades; sus porqués y sus cómos o en otras palabras, sus anhelos y protocolos.

Este proyecto parte de unos presupuestos mínimos y fáciles de formular. El primero tiene que ver con la convicción de que el conocimiento es una empresa colaborativa, colectiva, social y abierta. El segundo abraza la idea de que hay mucho conocimiento que no surge intramuros de la academia o de cualquiera de las instituciones canónicas especializadas en su producción y difusión. Y por último, el tercero milita a favor de que el conocimiento es una actividad más de hacer que de pensar y menos argumentativa que experimental.

Estas guías didácticas tienen por objetivo favorecer la puesta en marcha de proyectos colaborativos que conecten la actividad de las aulas con lo que ocurre fuera del recinto escolar.

Sin aprendizaje no hay aventura, ya que las tareas de aprender y producir son cada vez más inseparables de las prácticas asociadas al compartir, colaborar y cooperar.

Proyecto concebido y coordinado por: Antonio Lafuente y Juan Freire

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